EL CEPILLO DE MI ABUELA

 

Es esta ocasión quiero compartir un recuerdo que a mi parecer es divertido. Hace cinco años tomamos la decisión de que mi esposo optara por un trabajo en la ciudad de Coyhaique, en una zona extrema de mi país Chile. Era una buena oportunidad de un trabajo estable para él y de terminar con el estrés de mi taller.

Todos los preparativos fueron muy demandantes. No ahondare en todo lo que significo la mudanza para ambos. Pero, mi amado se fue primero y yo le seguí dos meses después con nuestra perrita y el camión de la mudanza en camino.  

Antes de tomar el vuelo con mi Canca (mi sobrino le decía así porque no podía pronunciar su nombre real) y mi bolso de ropa, me quede en la casa de mis abuelos. Llevaba una semana de despedidas y embalajes, solo necesitaba dormir un par de noches en una casa cercana al aeropuerto.  

Mi abuela me regalo un cepillo antes de viajar. Me lo regalo porque se lo pedí. Dedo reconocer que la presione un poco. Le sugerí la solución a la problemática de hacerme un regalo de despedida o de entregarme algo para recordarla. No quiero decir que mi abuela sea tacaña, solo que es tan práctica como yo, y en mi caso, le doy gran valor a las cosas bellas que quizás no lo tienen.

El cepillo es hermoso, plástico brillante color blanco, todo ilustrado con flores en lineas grises y negras con algunos toques de color amarillo en diferentes tonos, similar al degrade que se obtiene de pintar con acuarelas.  Muchos dientes largos y negros en un colchón de goma negra que amortigua cada contacto con el cuero cabelludo. Una delicia de cepillo.

 

Lo vi en el baño de mi abuela y lo quise de inmediato y en los dos días que me quede con ellos, planifiqué urdiendo las frases que causarían el deseo de entregarme ese cepillo por su voluntad. No me enorgullece, pero logré mi objetivo usando la vil manipulación. 

Lo recibí con mucha alegría, fuera de bromas quería tener algo de ella para que me hiciera compañía. Ella es una de las mujeres de mi vida que más amo. Me entregó su amor incondicional libre de arrumacos, siempre desde el sentido práctico me enseño a tener una fe, a desarrollar talentos y a tener paciencia. 

Hoy miro este cepillo y recuerdo a mi abuela, pero también recuerdo momentos tristes donde mi cepillo se llevó parte de la alegría de mi cabellera abundante y desordenada. Cuando recupere mi cabello, este cepillo ya no era el apropiado para peinar mis nuevos rulos. Hasta ahora solo es un adorno en mi canasta de pinches, porque ahora junto con la crema de peinar y el aceite de coco, uso una peineta de dientes grandes y separados  para que las ondas bailen en mi cabeza.

 

Maca Arroyo L.

Para mi Monky.

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